#Memoria

(Astuta) historia de las ideas de la memoria
Son largos los recorridos de la memoria. E incontables los estadios por los que ha pasado la reflexión sobre su papel en la generación de conocimiento. Desde el amplio espectro de la historia de las ideas, en The Art of Memory Frances Yates elabora un rastreo que rebasa las particularidades de la mnemotecnia e ilustra la concepción misma de la memoria en el pensamiento occidental. Cuenta, por ejemplo, que la relación entre el recuerdo y la imaginación se halla implícita ya en la asociación que Cicerón hacía entre memoria e inventio. Para el orador romano, recordar e inventar eran habilidades muy próximas y por ello la memoria era una de las cinco partes de la antigua retórica -junto a la inventio, dispositio, elocutio y actio-. Cicerón distingue además la memoria naturalis -innata- de la memoria artificiosa -que se fortalece y consolida-, cuestión nada trivial para la ciencia actual, que diferencia una memoria "no declarativa" de otra "declarativa". También Aristóteles distingue la "memoria" de la "reminiscencia" -o "recordación"-. La "reminiscencia" sería la recuperación de un conocimiento o sensación que se han tenido anteriormente: es el esfuerzo voluntario por identificar los contenidos de la memoria. Aunque iniciar esta "recordación" requiere siempre un punto de partida. Además, en esa operación mental Aristóteles defiende que existen dos principios conectados entre sí. Se trata, según afirma Yates, de los mismos principios de lo que ahora denominamos "asociación" y "orden": partiendo de algo "similar, contrario o íntimamente conectado" con lo que buscamos, enlazamos otros contenidos de la memoria. Yates señala que esta consideración aristotélica se ha descrito como la primera formulación de las leyes de la asociación por similaridad, disimilaridad y contigüidad. [seguir leyendo…]
Son largos los recorridos de la memoria. E incontables los estadios por los que ha pasado la reflexión sobre su papel en la generación de conocimiento. Desde el amplio espectro de la historia de las ideas, en The Art of Memory Frances Yates elabora un rastreo que rebasa las particularidades de la mnemotecnia e ilustra la concepción misma de la memoria en el pensamiento occidental. Cuenta, por ejemplo, que la relación entre el recuerdo y la imaginación se halla implícita ya en la asociación que Cicerón hacía entre memoria e inventio. Para el orador romano, recordar e inventar eran habilidades muy próximas y por ello la memoria era una de las cinco partes de la antigua retórica -junto a la inventio, dispositio, elocutio y actio-. Cicerón distingue además la memoria naturalis -innata- de la memoria artificiosa -que se fortalece y consolida-, cuestión nada trivial para la ciencia actual, que diferencia una memoria "no declarativa" de otra "declarativa". También Aristóteles distingue la "memoria" de la "reminiscencia" -o "recordación"-. La "reminiscencia" sería la recuperación de un conocimiento o sensación que se han tenido anteriormente: es el esfuerzo voluntario por identificar los contenidos de la memoria. Aunque iniciar esta "recordación" requiere siempre un punto de partida. Además, en esa operación mental Aristóteles defiende que existen dos principios conectados entre sí. Se trata, según afirma Yates, de los mismos principios de lo que ahora denominamos "asociación" y "orden": partiendo de algo "similar, contrario o íntimamente conectado" con lo que buscamos, enlazamos otros contenidos de la memoria. Yates señala que esta consideración aristotélica se ha descrito como la primera formulación de las leyes de la asociación por similaridad, disimilaridad y contigüidad. [seguir leyendo…]
La disciplina del olvido: Ligero tránsito por la ciencia de la memoria literaria | Víctor E. Bermúdez
Que la literatura se nutre del olvido parece un hallazgo de la ciencia. La memoria no es únicamente un tema literario activo en Occidente desde Homero; por encima de todo, los gestos de la memoria se hallan en la estructura misma del quehacer literario. Quizá porque ahí cohabitan una recuperación del pasado y una proyección de la imaginación. Que el futuro está implicado en la memoria es algo que sugiere, por ejemplo, el poeta francés Bernard Noël, cuando en Le Livre de l'oubli dice: "como la hoja se desprende del árbol / y lo olvida / el porvenir requiere del olvido". No muy lejos, también la filosofía se propone como una vía legítima para indagar las lógicas de la memoria, cuando Henri Bergson afirma la existencia de la mente y de la materia e intenta determinar la relación entre ambas examinando la memoria. Sin embargo, será la ciencia quien refrende o matice las intuiciones filosófico-literarias con sus propios métodos. Así, la memoria ha orientado reflexiones en todos los ámbitos del pensamiento; basta un ágil periplo por algunas de las ideas que han atravesado esta tentativa del ser humano por conocerse a sí mismo. Y en la base de todo está el olvido.
Algunas aportaciones significativas a la actual ciencia de la memoria vienen de la mano del neurofisiólogo Eric Kandel. No exenta de consideraciones filosóficas, su obra In Search of Memory cuenta que la alianza disciplinar decisiva para la investigación sobre la memoria se da en la década de los setenta, entre la psicología cognitiva -ocupada en la mente- y la neurociencia -concentrada en el cerebro-. Fruto de esta unión fue el desarrollo de métodos para el estudio de los procesos mentales, que posibilitaron obtener imágenes cerebrales con las que fue posible observar la actividad de distintas regiones cerebrales en funcionamiento. [seguir leyendo…]
Que la literatura se nutre del olvido parece un hallazgo de la ciencia. La memoria no es únicamente un tema literario activo en Occidente desde Homero; por encima de todo, los gestos de la memoria se hallan en la estructura misma del quehacer literario. Quizá porque ahí cohabitan una recuperación del pasado y una proyección de la imaginación. Que el futuro está implicado en la memoria es algo que sugiere, por ejemplo, el poeta francés Bernard Noël, cuando en Le Livre de l'oubli dice: "como la hoja se desprende del árbol / y lo olvida / el porvenir requiere del olvido". No muy lejos, también la filosofía se propone como una vía legítima para indagar las lógicas de la memoria, cuando Henri Bergson afirma la existencia de la mente y de la materia e intenta determinar la relación entre ambas examinando la memoria. Sin embargo, será la ciencia quien refrende o matice las intuiciones filosófico-literarias con sus propios métodos. Así, la memoria ha orientado reflexiones en todos los ámbitos del pensamiento; basta un ágil periplo por algunas de las ideas que han atravesado esta tentativa del ser humano por conocerse a sí mismo. Y en la base de todo está el olvido.
Algunas aportaciones significativas a la actual ciencia de la memoria vienen de la mano del neurofisiólogo Eric Kandel. No exenta de consideraciones filosóficas, su obra In Search of Memory cuenta que la alianza disciplinar decisiva para la investigación sobre la memoria se da en la década de los setenta, entre la psicología cognitiva -ocupada en la mente- y la neurociencia -concentrada en el cerebro-. Fruto de esta unión fue el desarrollo de métodos para el estudio de los procesos mentales, que posibilitaron obtener imágenes cerebrales con las que fue posible observar la actividad de distintas regiones cerebrales en funcionamiento. [seguir leyendo…]
Adamantino | Roald Hoffmann
Tierra despojada, minas
creadas para el fondo
oceánico, adaptada en seguida
se suelta la bacteria
para secuestrar
el oro de los mares;
¿llegará el día
de excavar el cuerpo
en busca de metales, ganarlos
desde sus suaves
vainas enzimáticas
átomo por átomo pulido?
En este mundo feliz
pondrán recompensas
para los ojos cobre
del malestar de Wilson.
La minería es una pasión
difícil de olvidar; después
[seguir leyendo…]
Tierra despojada, minas
creadas para el fondo
oceánico, adaptada en seguida
se suelta la bacteria
para secuestrar
el oro de los mares;
¿llegará el día
de excavar el cuerpo
en busca de metales, ganarlos
desde sus suaves
vainas enzimáticas
átomo por átomo pulido?
En este mundo feliz
pondrán recompensas
para los ojos cobre
del malestar de Wilson.
La minería es una pasión
difícil de olvidar; después
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Viaje mental en el tiempo | Helena Matute
El término "viaje mental" en el tiempo fue acuñado por los psicólogos Thomas Suddendorf y Michael Corballis, en 1997, aunque la capacidad de revivir episodios pasados se conoce habitualmente en la literatura científica como "memoria episódica". En los últimos años se está investigando también mucho la capacidad de planificar y construir mentalmente eventos futuros y se tiende a pensar que los viajes mentales hacia el pasado y hacia el futuro están altamente relacionados, siendo probablemente la adaptación a las situaciones futuras su principal ventaja evolutiva. La recuperación de las experiencias vividas es en realidad mucho menos fidedigna de lo que solemos creer. Las demostraciones de la existencia de falsos recuerdos son tantas y están tan bien documentadas que nos sugieren que la finalidad de la memoria no es almacenar fielmente nuestros recuerdos y conservarlos debidamente etiquetados y preparados para el día en que deseemos revivirlos. Al contrario, parece que nuestra memoria ha priorizado un modo de funcionamiento muy rápido y eficaz, que le permite trabajar con el menor gasto de energía posible, mientras sigue atendiendo las necesidades imperiosas del día a día. La finalidad de la memoria parece radicar más bien en que, en un futuro, seamos capaces de revivir esos recuerdos, esas sensaciones, con el propósito de servirnos de ellos para adaptarnos al momento actual. Es decir, aunque los recuperemos de manera algo desordenada y cambiada, lo importante es que los recuerdos son recuperados adaptados al momento presente. Lo que necesitamos recuperar en un momento dado es únicamente aquello que utilizaremos ahora o mañana, y no lo que de verdad ocurrió en un contexto concreto que en realidad ya no existe. Con frecuencia, el funcionamiento de la memoria consiste en reconstruir los recuerdos a partir de los pocos -o muchos- datos relacionados con el presente que seamos capaces de recuperar. [seguir leyendo…]
El término "viaje mental" en el tiempo fue acuñado por los psicólogos Thomas Suddendorf y Michael Corballis, en 1997, aunque la capacidad de revivir episodios pasados se conoce habitualmente en la literatura científica como "memoria episódica". En los últimos años se está investigando también mucho la capacidad de planificar y construir mentalmente eventos futuros y se tiende a pensar que los viajes mentales hacia el pasado y hacia el futuro están altamente relacionados, siendo probablemente la adaptación a las situaciones futuras su principal ventaja evolutiva. La recuperación de las experiencias vividas es en realidad mucho menos fidedigna de lo que solemos creer. Las demostraciones de la existencia de falsos recuerdos son tantas y están tan bien documentadas que nos sugieren que la finalidad de la memoria no es almacenar fielmente nuestros recuerdos y conservarlos debidamente etiquetados y preparados para el día en que deseemos revivirlos. Al contrario, parece que nuestra memoria ha priorizado un modo de funcionamiento muy rápido y eficaz, que le permite trabajar con el menor gasto de energía posible, mientras sigue atendiendo las necesidades imperiosas del día a día. La finalidad de la memoria parece radicar más bien en que, en un futuro, seamos capaces de revivir esos recuerdos, esas sensaciones, con el propósito de servirnos de ellos para adaptarnos al momento actual. Es decir, aunque los recuperemos de manera algo desordenada y cambiada, lo importante es que los recuerdos son recuperados adaptados al momento presente. Lo que necesitamos recuperar en un momento dado es únicamente aquello que utilizaremos ahora o mañana, y no lo que de verdad ocurrió en un contexto concreto que en realidad ya no existe. Con frecuencia, el funcionamiento de la memoria consiste en reconstruir los recuerdos a partir de los pocos -o muchos- datos relacionados con el presente que seamos capaces de recuperar. [seguir leyendo…]
Recordaré esta mano | Siri Hustvedt
La semana pasada, nada más sentarme al lado de mi madre de noventa y tres años, tomó mi mano, la acarició y dijo: "recordaré esta mano. Me acordaré de ti sentada junto a mí cuando te vayas". Puedo repasar mentalmente su habitación en mi memoria porque llegué a conocerla bien. Puedo evocar las orquídeas en la ventana, el tocador Biedermeier, la silla con brazos tallados como cabezas de dragones y las pinturas y fotografías en la pared. La imagen de nuestras manos; las suyas encima de las mías y sus palabras vuelven ahora porque he dejado aquella habitación en Minnesota y estoy de vuelta en Nueva York. ¿Pero qué es este fantasma de entonces que ahora me invade? Mi recuerdo de mi madre no es una "copia" de mi percepción original, pero sí posee cualidades visuales, sonoras y táctiles. Tengo una especie de "imagen" de su mano sobre la mía y, aún así, una de las certezas peculiares de la experiencia de recordar consiste en que lo que se "ve" en la mente rehúye descripciones precisas. Cuando intento articular el carácter exacto de esas nubes pictóricas se desintegran bajo la presión de mi introspección. Sin embargo, todo esto es evidente: los recuerdos autobiográficos requieren loci. Han de estar arraigados en alguna parte. La palabra "loci" evoca las técnicas antiguas usadas para agudizar los recuerdos que Frances Yates describía en su famoso libro El arte de la memoria. Para memorizar un largo discurso el orador creaba una secuencia ordenada de imágenes emocionalmente potentes, estratégicamente colocadas en una arquitectura recordada o imaginada. Mientras desarrollaba su discurso, daba un paseo por esas habitaciones mentales. Las técnicas de la memoria artificial y los recuerdos naturales y conscientes dependen en cierta forma del "ojo de la mente", de la imaginación. En el siglo diecisiete, la filósofa de la naturaleza Margaret Cavendish consideró las percepciones como improntas en la materia corporal sensible, que podían luego ser reconfiguradas como pensamientos, fantasías, recuerdos y sueños. Fue una monista inquebrantable. Aceptar que existen varios tipos de imaginería mental no implica adoptar una posición dualista cartesiana sobre la mente y el cuerpo. Fue una campeona de la "imaginación". [seguir leyendo…]
La semana pasada, nada más sentarme al lado de mi madre de noventa y tres años, tomó mi mano, la acarició y dijo: "recordaré esta mano. Me acordaré de ti sentada junto a mí cuando te vayas". Puedo repasar mentalmente su habitación en mi memoria porque llegué a conocerla bien. Puedo evocar las orquídeas en la ventana, el tocador Biedermeier, la silla con brazos tallados como cabezas de dragones y las pinturas y fotografías en la pared. La imagen de nuestras manos; las suyas encima de las mías y sus palabras vuelven ahora porque he dejado aquella habitación en Minnesota y estoy de vuelta en Nueva York. ¿Pero qué es este fantasma de entonces que ahora me invade? Mi recuerdo de mi madre no es una "copia" de mi percepción original, pero sí posee cualidades visuales, sonoras y táctiles. Tengo una especie de "imagen" de su mano sobre la mía y, aún así, una de las certezas peculiares de la experiencia de recordar consiste en que lo que se "ve" en la mente rehúye descripciones precisas. Cuando intento articular el carácter exacto de esas nubes pictóricas se desintegran bajo la presión de mi introspección. Sin embargo, todo esto es evidente: los recuerdos autobiográficos requieren loci. Han de estar arraigados en alguna parte. La palabra "loci" evoca las técnicas antiguas usadas para agudizar los recuerdos que Frances Yates describía en su famoso libro El arte de la memoria. Para memorizar un largo discurso el orador creaba una secuencia ordenada de imágenes emocionalmente potentes, estratégicamente colocadas en una arquitectura recordada o imaginada. Mientras desarrollaba su discurso, daba un paseo por esas habitaciones mentales. Las técnicas de la memoria artificial y los recuerdos naturales y conscientes dependen en cierta forma del "ojo de la mente", de la imaginación. En el siglo diecisiete, la filósofa de la naturaleza Margaret Cavendish consideró las percepciones como improntas en la materia corporal sensible, que podían luego ser reconfiguradas como pensamientos, fantasías, recuerdos y sueños. Fue una monista inquebrantable. Aceptar que existen varios tipos de imaginería mental no implica adoptar una posición dualista cartesiana sobre la mente y el cuerpo. Fue una campeona de la "imaginación". [seguir leyendo…]
Hueco que deja tu mano en la piel | Iván Méndez González
Cuentan los antiguos que aquel que se acercara al altar de Trofonio de Beocia debía beber de las aguas de Mnemosine y de Lete. Se hacía necesario hacerse presente allí, tomar un sorbo de esas aguas antes del proceso oracular. Sin ese gesto de beber dos veces, que reconfiguraba todo el espacio, el oráculo no era efectivo. Eso conecta, siglos más tarde, con un terrible deseo kantiano: "acordarse de olvidar a Lampe". Kant abordaba en Transición de los principios metafísicos de la ciencia natural a la física la necesidad de acordarse de olvidar. El siglo XVIII reflexionó sobre la involuntariedad del olvido y la voluntariedad de la memoria. Sin embargo, el poeta sabe que el olvido no se aleja nunca de la memoria, a pesar de la idea kantiana de "acordarse de olvidar". En tal caso, se han de identificar los mecanismos retóricos adecuados que contribuyan a dar expresión a lo que pueda quedar de verdad en los márgenes escritos de la mnemónica. Sobre todo, si resulta complejo dejar de pensar nuestro emerger desde la inevitabilidad de la representación. La forma convencional de plasmar lo que somos y pudimos haber sido tiene en cuenta los sustratos neuronales de la representación, que ponen de relieve la existencia de un conjunto de neuronas (neuronal assemblies) en los que se darían las "facilitaciones sinápticas". Wolf Singer considera, en sus estudios sobre la estructura neuronal de las representaciones y las oscilaciones perceptivas, que existen relaciones dinámicas en los conjuntos neuronales, definidoras de unas "metarrepresentaciones" constituidas con base en asociaciones dotadas de dinamismo y transitoriedad de las neuronas, que se organizan como conjuntos coherentes. No se trataría de la representación como recuerdo inscrito en una sinapsis, sino más bien de una red dotada de dinamismo y mecanismos atencionales. [seguir leyendo…]
Cuentan los antiguos que aquel que se acercara al altar de Trofonio de Beocia debía beber de las aguas de Mnemosine y de Lete. Se hacía necesario hacerse presente allí, tomar un sorbo de esas aguas antes del proceso oracular. Sin ese gesto de beber dos veces, que reconfiguraba todo el espacio, el oráculo no era efectivo. Eso conecta, siglos más tarde, con un terrible deseo kantiano: "acordarse de olvidar a Lampe". Kant abordaba en Transición de los principios metafísicos de la ciencia natural a la física la necesidad de acordarse de olvidar. El siglo XVIII reflexionó sobre la involuntariedad del olvido y la voluntariedad de la memoria. Sin embargo, el poeta sabe que el olvido no se aleja nunca de la memoria, a pesar de la idea kantiana de "acordarse de olvidar". En tal caso, se han de identificar los mecanismos retóricos adecuados que contribuyan a dar expresión a lo que pueda quedar de verdad en los márgenes escritos de la mnemónica. Sobre todo, si resulta complejo dejar de pensar nuestro emerger desde la inevitabilidad de la representación. La forma convencional de plasmar lo que somos y pudimos haber sido tiene en cuenta los sustratos neuronales de la representación, que ponen de relieve la existencia de un conjunto de neuronas (neuronal assemblies) en los que se darían las "facilitaciones sinápticas". Wolf Singer considera, en sus estudios sobre la estructura neuronal de las representaciones y las oscilaciones perceptivas, que existen relaciones dinámicas en los conjuntos neuronales, definidoras de unas "metarrepresentaciones" constituidas con base en asociaciones dotadas de dinamismo y transitoriedad de las neuronas, que se organizan como conjuntos coherentes. No se trataría de la representación como recuerdo inscrito en una sinapsis, sino más bien de una red dotada de dinamismo y mecanismos atencionales. [seguir leyendo…]
El señor Funes | Eduardo Berti
El señor Funes creía que se sabía, de cabo a rabo, todos los libros leídos. Y lo mismo creían los demás. Decirle "Guerra y paz, primera parte capítulo XIX" era como apretar un botón. "El viejo criado se hallaba sentado en su lugar de siempre escuchando los ronquidos del Príncipe", empezaba el señor Funes. Para seguir: "Podían oírse, a través de las puertas cerradas, los pasajes difíciles de la Sonata de Dussek repetidos por vigésima vez". Y así sucesivamente, hasta la palabra final. A menudo se acordaba por completo de algún libro que, a la vez, olvidaba haber leído. Esto ocurría porque el libro no había causado ninguna emoción memorable en él. Sin embargo el texto, la fría masa de palabras, perduraba en su cabeza, lo quisiera o no el señor Funes. ¿Existía un libro, un único libro, que misteriosamente burlaba su memoria absoluta? No, eso habría sido muy simple, un final muy obvio para su historia. [seguir leyendo…]
El señor Funes creía que se sabía, de cabo a rabo, todos los libros leídos. Y lo mismo creían los demás. Decirle "Guerra y paz, primera parte capítulo XIX" era como apretar un botón. "El viejo criado se hallaba sentado en su lugar de siempre escuchando los ronquidos del Príncipe", empezaba el señor Funes. Para seguir: "Podían oírse, a través de las puertas cerradas, los pasajes difíciles de la Sonata de Dussek repetidos por vigésima vez". Y así sucesivamente, hasta la palabra final. A menudo se acordaba por completo de algún libro que, a la vez, olvidaba haber leído. Esto ocurría porque el libro no había causado ninguna emoción memorable en él. Sin embargo el texto, la fría masa de palabras, perduraba en su cabeza, lo quisiera o no el señor Funes. ¿Existía un libro, un único libro, que misteriosamente burlaba su memoria absoluta? No, eso habría sido muy simple, un final muy obvio para su historia. [seguir leyendo…]
Funes vs. Aniston: Neurociencia y literatura | Rodrigo Quian Quiroga
La creatividad juega un papel fundamental tanto en el arte como en la ciencia, ya sea al elegir el tema de una pintura, el argumento de un cuento, las hipótesis de una nueva teoría o la implementación de un experimento. Nos basta la evidencia de que Leonardo da Vinci estudiara, por ejemplo, el cuerpo humano minuciosamente, con el propósito de mejorar sus pinturas; o que fuera capaz de elaborar bosquejos de la sonrisa más atrapante de la historia del arte tanto como de los planos de un submarino. El arte y la ciencia está intrínsecamente ligados, pero la abrumadora falta de cruces entre estas disciplinas es notable. Quizás uno de los motivos de la separación entre arte y ciencia que ha ocurrido con el paso de los siglos radique, por un lado, en la tenaz y sistemática búsqueda de objetividad que domina el método científico -en contraste con la gran subjetividad en el arte mismo- y en el entendible recelo a considerar teorías reduccionistas del arte, por el otro. Sin embargo, desde mi visión como científico, el arte ofrece un sinfín de ideas totalmente ortogonales y novedosas comparadas con aquellas comúnmente exploradas en los confines de la ciencia. De aquí proviene mi interés por el arte como disparador de nuevas ideas que llevan a potenciar mi actividad científica. En mi caso específico, un gran disparador se dio a través de la literatura, y concretamente a partir de la relectura de Jorge Luis Borges. En varios de sus cuentos, Borges juega con la idea de la abstracción y la necesidad de dejar de lado detalles superfluos para poder pensar. De hecho, esta es la idea principal de "Funes el memorioso", un relato sobre las penurias de un joven que, como consecuencia de un golpe en la cabeza, comienza a recordar absolutamente todo. "Pensar es abstraer", dice Borges; "para poder recordar hay que poder olvidar", agrega William James, el padre de la psicología moderna. [seguir leyendo…]
La creatividad juega un papel fundamental tanto en el arte como en la ciencia, ya sea al elegir el tema de una pintura, el argumento de un cuento, las hipótesis de una nueva teoría o la implementación de un experimento. Nos basta la evidencia de que Leonardo da Vinci estudiara, por ejemplo, el cuerpo humano minuciosamente, con el propósito de mejorar sus pinturas; o que fuera capaz de elaborar bosquejos de la sonrisa más atrapante de la historia del arte tanto como de los planos de un submarino. El arte y la ciencia está intrínsecamente ligados, pero la abrumadora falta de cruces entre estas disciplinas es notable. Quizás uno de los motivos de la separación entre arte y ciencia que ha ocurrido con el paso de los siglos radique, por un lado, en la tenaz y sistemática búsqueda de objetividad que domina el método científico -en contraste con la gran subjetividad en el arte mismo- y en el entendible recelo a considerar teorías reduccionistas del arte, por el otro. Sin embargo, desde mi visión como científico, el arte ofrece un sinfín de ideas totalmente ortogonales y novedosas comparadas con aquellas comúnmente exploradas en los confines de la ciencia. De aquí proviene mi interés por el arte como disparador de nuevas ideas que llevan a potenciar mi actividad científica. En mi caso específico, un gran disparador se dio a través de la literatura, y concretamente a partir de la relectura de Jorge Luis Borges. En varios de sus cuentos, Borges juega con la idea de la abstracción y la necesidad de dejar de lado detalles superfluos para poder pensar. De hecho, esta es la idea principal de "Funes el memorioso", un relato sobre las penurias de un joven que, como consecuencia de un golpe en la cabeza, comienza a recordar absolutamente todo. "Pensar es abstraer", dice Borges; "para poder recordar hay que poder olvidar", agrega William James, el padre de la psicología moderna. [seguir leyendo…]
Memoria asociativa, arte figurativo y conceptos abstractos | Eiling Yee y Gerry T.M. Altmann
¿Qué es lo que hace que la contemplación del arte sea una experiencia tan personal? Desde la psicología cognitiva creemos que la respuesta está en la pregunta: la experiencia. Ya sea la experiencia acumulada a lo largo de nuestras vidas o la experiencia de una obra de arte en el "aquí y ahora". Abordaremos aquí la división entre el arte, por un lado, y la ciencia de la experiencia humana, por el otro; el propósito de esta aproximación es proporcionar una base psicológica de por qué nuestra experiencia del arte depende de un contexto -tanto de uno definido por nuestras historias personales, como de otro físico y temporal en el que se encuentra la obra de arte misma-. Si bien lo que sugerimos a continuación está basado en las teorías cognitivas actuales, las partes relativas a la interpretación de las obras de arte en contextos variables requiere verificación empírica. ¿Cómo modela la experiencia nuestro entendimiento de las cosas que nos rodean? Imagina que estás viendo algo por primera vez, un perro por ejemplo. Tiene forma, color, sonido, olor y una sensación; a medida que se mueve, estos atributos se mueven junto con él. Los mecanismos asociativos en nuestros cerebros -por ejemplo, el aprendizaje hebbiano- ponen en relación estos atributos. Conforme más experimentamos la percepción de este mismo perro, más fortalecemos estas relaciones. También reforzamos las relaciones a otras cosas que ocurren en simultáneo, por ejemplo, la presencia del dueño del perro. Los vínculos entre cosas que no co-ocurren de forma sistemática no se fortalecen. Por ejemplo, aquella primera vez que vimos al perro pudo haber sido en una determinada calle y a la siguiente vez en un edificio concreto. Pero como estos lugares están relacionados con el perro sólo dentro de cada instancia de experiencia, no co-ocurren muy a menudo, y por lo tanto se pierden progresivamente en el vasto mar de eslabones insignificantes. [seguir leyendo…]
¿Qué es lo que hace que la contemplación del arte sea una experiencia tan personal? Desde la psicología cognitiva creemos que la respuesta está en la pregunta: la experiencia. Ya sea la experiencia acumulada a lo largo de nuestras vidas o la experiencia de una obra de arte en el "aquí y ahora". Abordaremos aquí la división entre el arte, por un lado, y la ciencia de la experiencia humana, por el otro; el propósito de esta aproximación es proporcionar una base psicológica de por qué nuestra experiencia del arte depende de un contexto -tanto de uno definido por nuestras historias personales, como de otro físico y temporal en el que se encuentra la obra de arte misma-. Si bien lo que sugerimos a continuación está basado en las teorías cognitivas actuales, las partes relativas a la interpretación de las obras de arte en contextos variables requiere verificación empírica. ¿Cómo modela la experiencia nuestro entendimiento de las cosas que nos rodean? Imagina que estás viendo algo por primera vez, un perro por ejemplo. Tiene forma, color, sonido, olor y una sensación; a medida que se mueve, estos atributos se mueven junto con él. Los mecanismos asociativos en nuestros cerebros -por ejemplo, el aprendizaje hebbiano- ponen en relación estos atributos. Conforme más experimentamos la percepción de este mismo perro, más fortalecemos estas relaciones. También reforzamos las relaciones a otras cosas que ocurren en simultáneo, por ejemplo, la presencia del dueño del perro. Los vínculos entre cosas que no co-ocurren de forma sistemática no se fortalecen. Por ejemplo, aquella primera vez que vimos al perro pudo haber sido en una determinada calle y a la siguiente vez en un edificio concreto. Pero como estos lugares están relacionados con el perro sólo dentro de cada instancia de experiencia, no co-ocurren muy a menudo, y por lo tanto se pierden progresivamente en el vasto mar de eslabones insignificantes. [seguir leyendo…]
De la huella a la imagen residual: Explorando el tema de la memoria en la instalación escultórica | Ewa Wesolowska
Cuando se combina con la ciencia, una pieza de arte puede contener la misma curiosidad que se halla en la base fundacional de la filosofía, la literatura y la ciencia; y esta curiosidad proporciona el combustible necesario para profundizar en todo el tipo de actividades humanas y en la comprensión del mundo. Como artista visual forjada en una formación escultórica tradicional, mi trabajo se sitúa en la intersección entre la ciencia, la tecnología y el arte visual. Busco profundizar mi investigación artística ampliando mi comprensión científica de la percepción, el tiempo, el espacio, la memoria, el análisis de datos y la relevancia interactiva (interactive relevance). Al integrar descubrimientos científicos ampliamente conocidos, provenientes de distintos ámbitos, con el carácter meditativo del arte, no sólo resulta posible exponer visualmente los logros científicos, sino también encontrar en ellos nuevos valores. Precisamente, en la interfaz entre diversas disciplinas es posible desvelar nuevas cualidades que no están al alcance de quienes se hallan inmersos en un único ámbito.
Actualmente trabajo con instalaciones escultóricas interactivas de luz y de sonido. Mi práctica artística indaga los rastros de la presencia y una referencia a la memoria y a la percepción con una voluntad de preservar el momento. Mi trabajo procura conservar la huella de lo humano, así como mostrar su imposibilidad; en cambio, el deseo de mantener la huella y la historia de un objeto revela lo contrario. Mi obra evoca un humano ausente y muestra que no podemos retener nada. Mientras más intentamos aferrarnos a nuestras "huellas", más reconocemos su ausencia. Por lo tanto, lo que realmente está en juego es el intento. Se trata de un acto de meditación sobre nuestra naturaleza frágil y efímera cuyo valor esencial es el rastro permanente que deja la mano humana mediante el acto creativo. Este "tacto humano" significa también un rastro mental de nuestra historia, legado y cultura -cómo la vemos después de un cierto tiempo, cómo la mantenemos o la rechazamos-. Es muy importante estudiar, junto con la ciencia, cómo conservar nuestro legado con el propósito de mostrar la condición humana desde diversas perspectivas e intentar revelar valores universales en contextos diferentes. [seguir leyendo…]
Cuando se combina con la ciencia, una pieza de arte puede contener la misma curiosidad que se halla en la base fundacional de la filosofía, la literatura y la ciencia; y esta curiosidad proporciona el combustible necesario para profundizar en todo el tipo de actividades humanas y en la comprensión del mundo. Como artista visual forjada en una formación escultórica tradicional, mi trabajo se sitúa en la intersección entre la ciencia, la tecnología y el arte visual. Busco profundizar mi investigación artística ampliando mi comprensión científica de la percepción, el tiempo, el espacio, la memoria, el análisis de datos y la relevancia interactiva (interactive relevance). Al integrar descubrimientos científicos ampliamente conocidos, provenientes de distintos ámbitos, con el carácter meditativo del arte, no sólo resulta posible exponer visualmente los logros científicos, sino también encontrar en ellos nuevos valores. Precisamente, en la interfaz entre diversas disciplinas es posible desvelar nuevas cualidades que no están al alcance de quienes se hallan inmersos en un único ámbito.
Actualmente trabajo con instalaciones escultóricas interactivas de luz y de sonido. Mi práctica artística indaga los rastros de la presencia y una referencia a la memoria y a la percepción con una voluntad de preservar el momento. Mi trabajo procura conservar la huella de lo humano, así como mostrar su imposibilidad; en cambio, el deseo de mantener la huella y la historia de un objeto revela lo contrario. Mi obra evoca un humano ausente y muestra que no podemos retener nada. Mientras más intentamos aferrarnos a nuestras "huellas", más reconocemos su ausencia. Por lo tanto, lo que realmente está en juego es el intento. Se trata de un acto de meditación sobre nuestra naturaleza frágil y efímera cuyo valor esencial es el rastro permanente que deja la mano humana mediante el acto creativo. Este "tacto humano" significa también un rastro mental de nuestra historia, legado y cultura -cómo la vemos después de un cierto tiempo, cómo la mantenemos o la rechazamos-. Es muy importante estudiar, junto con la ciencia, cómo conservar nuestro legado con el propósito de mostrar la condición humana desde diversas perspectivas e intentar revelar valores universales en contextos diferentes. [seguir leyendo…]